A estas alturas de la película todos deben saber ya quien es Heinrich Kieber, el responsable de la venta a Alemania de los datos de titulares de cuentas bancarias en Liechtenstein. Su actuación ha puesto en manos de la hacienda alemana datos para perseguir por fraude fiscal a un buen número de contribuyentes.
Cuestiones de fiscalidad al margen, la historia de Kieber en el LGT –banco titular de los datos robados- es una historia de deslealtad y fraude.
La deslealtad y el fraude en la empresa son una realidad que abogados y detectives privados conocemos y que centra buena parte de nuestro trabajo. Ninguna empresa está a salvo de ellas ya que, en un momento u otro, puede ser victima de las mismas. Desde el simple caso de trabajadores que no trabajan hasta la venta de secretos a firmas competidoras, pasando por el abuso de útiles de trabajo, la IT fraudulenta, la apropiación de fondos, el robo –a la propia empresa o a compañeros de trabajo-, entre otros, configuran un amplio abanico de ejemplos de esta realidad.
No obstante, el caso de Kieber es distinto. Las informaciones publicadas evidencian que el individuo tenía un historial rastreable de fraudes y falsedades en su haber. Alguien en LGT no hizo bien su trabajo cuando lo contrataron. Una investigación sobre su trayectoria pasada hubiera desvelado las falsedades de su currículum y sus antecedentes delictivos. El problema fue que esa investigación no se realizó. O que se realizó por profesionales no idóneos.
Lamentablemente, esta es una situación habitual en España. Diariamente las empresas contratan a personas basándose únicamente en el currículum que reciben de éstas, sin plantearse si los datos consignados en éste son ciertos y completos. Más del 80% de los currículos presentan falsedades en el historial de empleos y el tipo de funciones desarrolladas. En más del 60% de los casos se miente sobre el salario anterior y más del 25% omiten datos como empleos donde el candidato protagonizó incidencias graves, situaciones financieras controvertidas o antecedentes por fraude.
Las consecuencias son siempre graves. Una empresa contrató a un nuevo director financiero. Tras constatar su ineptitud para el puesto (lo que habría sabido con un informe previo) procede a su despido. Es en ese momento cuando el sujeto desvela su auténtica naturaleza al exigir a la empresa una indemnización de 300.000 euros “a cambio de no desvelar a Hacienda las irregularidades de la empresa”. Otra empresa contrató a un nuevo director de informática y sistemas. Como en el caso anterior, el currículum del candidato era perfecto para el puesto. Un año después la situación del departamento era caótica. Una investigación evidenció que los datos del CV eran falsos y que el sujeto jamás había tenido personal a su cargo en empleos anteriores. No son ejemplos. Son dos casos reales investigados por GRUPO HAS.
En países como el Reino Unido o Alemania, la verificación por empresas de investigación privada de los datos personales, financieros y antecedentes laborales forma parte de cualquier proceso de selección. En España, lamentablemente, son pocas las empresas que aplican este modelo.
Lo de Kieber no debería haber pasado. En España está ocurriendo cada día.